jueves, 28 de abril de 2011

¿Por qué montamos Lo Frío y Lo Caliente? Por Maxi Sarramone

Elijo esta obra escrita por Pacho O’Donnell por varios motivos que rápidamente se fueron complementando en cuanto di con el.
Partimos con este equipo de trabajo, desde el contexto de un  taller  del que Yo soy docente y Ellos mis  alumnos/actores mas avanzados, estábamos abordando a modo de investigación dos temas como grandes puntos de partida: la violencia y la incomunicación. Dos temas que nos preocupaban, movilizaban y de los que nos daban ganas de hablar y expresarnos al respecto. Para comenzar a hablar de esto tuvimos una primera premisa, enmarcarnos en un vínculo fuerte, de esos que difícilmente se cortan sólo con una decisión. Era ideal pensar en un lazo de sangre, tan particular, lleno de matices y posibilidades como es el de una madre y una hija. Trabajamos este material  durante todo un año de estudio, lo  montamos y realizamos con el muestra abierta al publico, termino el año y sentimos la necesidad de trascender este espacio  de taller y este  objetivo final de Muestra. Nos motivaban  varias cosas,, el material  trabajado fue la principal , y también la necesidad de darle un marco laboral y profesional a este equipo de alumnos/actores con el que ya veniamos de investigar 4 años en contexto de taller, obedecer a la pulsion de dar el paso firme a la proxima instancia. Tomamos lo logrado en el contexto de  taller hasta la muestra como piso y nuevo punto de partida  y desde ahí  partimos a hacer crecer  el material  hasta obtener  un espectáculo teatral  solido y profundo. 
Sumado a esto, yo en lo particular había estado a su vez  investigando e intentando escribir y construir a partir de otros temas: La prostitución, el sometimiento y la trata de personas. Pero cuando intentaba avanzar chocaba contra una pared, cada palabra que escribía  me parecía demasiado poco, sentía que llevando a escena este tema lo estaba banalizando, cada texto que surgía me parecía más adecuado para hacer una denuncia que para un ensayo. Me di cuenta de que yo partía desde “el tema” y el tema terminó representando para mí algo con lo que ya no quería hacer teatro, quería hacer justicia, quería meter preso a todos  los que tuvieran que ver con eso, y por ese motivo decidí que no era mi momento para abordarlo.
Pacho O’Donnell habla de este tema en la obra, pero desde otro lugar. Él hace foco en los personajes y en lo que les pasa a estos personajes. Su punto de partida es lo que sucede en esta familia diezmada, en donde una muchacha se prostituye impulsada y sometida por su propia madre. Gracias a su dramaturgia hoy pude atravesar esa pared y abordar las temáticas que me movilizan.     
Un hecho más que terminó de definirme a encarar este texto fue mi reciente trabajo como director de una obra de género como es el unipersonal “Y.O.” de Leticia torres. Allí desde una mirada más inocente y atravesada por la poética del clown, abordábamos diversos y variados problemas y preocupaciones de la mujer.
Todo esto generó entonces en mí una sumatoria de temas que me convocaban: mujeres, violencia, sometimiento, vínculos sanguíneos e incomunicación. Todos aparecen muy presentes en el material de O’Donnell.
Una madre que le practica repetidos abortos clandestinos a su propia hija a la cual además  prostituye, y le hace de traductora de un padre ausente, reemplazado por un muñeco, dándole a conocer los limites y reglas de convivencia que éste supuestamente le impondría.
Luego me sedujo mucho el texto de la obra, el guión en sí, y cómo se cuentan y vinculan todos estos temas.
El material deposita un fuerte sustento en los personajes, lo que me permite, a la hora de montar y dirigir, apoyarme fuertemente en las actuaciones, dándome muchas libertades para recrearlo.
Los personajes me atrajeron desde sus primeras palabras, de sólo leerlos quería darles vida, sacarlas del papel. Tienen gran complejidad  pero se presentan simples. Tanto Norma como Nelly son para mí como volcanes, de los que  se muestra sólo un cráter, pero que en cualquier momento pueden rugir y quemarlo todo.
El material me parece completo y absolutamente vigente. En nuestra sociedad hoy hay prostitutas  sometidas por sus propios familiares, ocurren atrocidades de puertas adentro en donde chicas y chicos crecen sin ninguna protección o contención, rodeados de peligros sanitarios, físicos, culturales entre otros. Nelly es una sobreviviente de estos chicos, no puede volver atrás su vida y cambiar ese pasado que la deposita en este presente en donde está enferma, prostituida y con un futuro donde la única certeza es la dificultad.
Y lo que resulta esperanzador de esta historia al menos, es que finalmente logra romper con todo y se va, y no lo hace dando un portazo o terminando con la vida de su victimaria que además y sobre todo es su madre, se va en paz. Sin hacer alardes de valentía, ni siquiera quejándose. Se va mostrando compasión, casi lástima, la misma que podemos sentir todos por Norma, quizás porque le creemos que para ella su hijita lo es todo, aunque veamos lo que hace. O porque sin saber cómo, entendemos que ella es un eslabón más en la cadena de víctimas.
En el texto de O’Donnell, no hay grandes villanos, ni heroínas. Hay personas haciendo lo que pueden con lo que tienen. Una, un daño completo e inhumano a su propia hija y otra, un intuitivo e inmenso acto de perdón sobre lo imperdonable.
Mostrar un poco de esto último ya justifica para nosotros, todo el  placentero esfuerzo que pondremos para montar la Obra.

miércoles, 27 de abril de 2011